«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

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Gracias por la impopularidad

Qué difícil es, a veces, introducir altura de miras en la discusión política, cuando las consignas exponen que todos son lo mismo, que sólo saben robar, que todo está mal, que «yo soy apolítico», que «yo no voto».  Atrás quedaron los tiempos de doctrinas e ideales que marcaban el diario vivir, el actuar, el discurso y hasta lo espiritual en algunos casos. Pasamos de la comodidad que reside en la abstracción, al oportunismo que lo práctico conlleva.  Se instauran inflados paradigmas referentes a un país que secreta corrupción y  donde abundan los crímenes de todo tipo, como si en estos años no hubiéramos avanzados en materia de reformas sociales fundamentales  para sentar las bases de un estado de derecho mermado a otrora por una dictadura que sólo dejo genocidio, tortura y desigualdad.

La capacidad de análisis de nuestra realidad siempre está predispuesta a generar una crítica estéril, la cual acarrea un actuar poco innovador, tanto en el discurso como en el accionar, ya que el miedo a no disgustar a una población influenciada por  medios sensacionalistas, es siempre más importante que impulsar reformas fundamentales para superar problemas de fondo en los que el Estado no ha incursionado. La popularidad es efímera y paralela a las soluciones de las necesidades más evidentes,  razón por la cual vale la pena sacrificar un par de puntos porcentuales a cambio de estabilidad, mayor protección social, educación digna y justicia social.

El actual Gobierno, encabezado por Michelle Bachelet, no tiene  los mejores índices de aprobación debido a la corrupción e ilícitos de los que los medios de comunicación han hecho leña para sus piras incendiarias. Lo que nadie puede negar es que en este Gobierno, impopularmente progresista y de izquierda, se sentaron las bases para modificar un sistema electoral caduco, arbitrario e irrespetuoso con las minorías, se dio el puntapié al proceso de gratuidad añorado por las familias más vulnerables, se otorgó dignidad  a las minorías sexuales, y mujeres por medio de las controversiales 3 causales, poniéndole el cascabel al gato en materia de cambios políticos profundos y lapidando una transición que parecía eterna.

Se agradece optar por la impopularidad, presidenta, ya que gracias a esos bajos índices de aprobación, Chile es mucho más justo que en los tiempos pasados.

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