
HALLAZGO
———————————————————————————–
HALLAZGO.
Al paso, hallé un día un botón viejo.
Un sucio botoncillo, en desmesura discreto.
Al borde del cauce, contemplaba el interminable espectáculo de las partículas humanas, fragorosas, empeñadas en sobrepasarse mutuamente.
Parecía un asceta viejo y descalabrado, olvidado del mundo.
Observándolo con detención, creí percibir un oculto fulgor tras la suciedad que lo cubría, y decidí llevarlo conmigo.
Desde ese día, pulo a diario el preciado nácar, descubriendo cada vez nuevos matices en la coloración tornasolada de su superficie, siempre cambiante según el sesgo de luz que recibe.
(Alguien dijo que esta breve historia le recordaba su encuentro con las palabras.
**
Recordando ese botoncillo
espero hacer muchos trajes:
de calle, festivos, laborales
procurando, siempre
buen acabado y caída.
Sastre empiezo, nunca es tarde
a ejercer
el noble oficio de mi madre.
*
Del robusto niño del sur
nacido de las maderas
y forjado entre humo y raíles,
constructor siempre llovido
honro aquí su nobleza inagotable
y el esfuerzo creativo.
*
Fundo así, en tierra
los cimientos,
amarro el techo al esqueleto
de amplias puertas y ventanas
abiertas al aire, las lluvias
y los templados brazos
del sol de invierno.
Siempre será -que yo pueda-
traje a medida del muerto
donde no habrá correcciones;
corte preciso en el vivo
ajustado al pensamiento.
*
¿Nuevo…?
No señor, viejo oficio
simples hábitos mundanos
de este muy humano reino:
como sentarse en las posaderas,
comer frutos por la boca
o tomar aire del viento.
Trajes tal vez distintos
marcando el sabor de ancestros:
locomotoras / humo y padre,
trigales del monte / abuelos
y aplanchados fragorosos
de madre sobre costuras.
Memoria de grandes viejos.
Árbolcarlos de Cautín.
Catalina troncoentero.
Siguen aquí sus brotes
empecinados, los sueños.
***
ROCOMAR, octubre 24.
Déjanos tu comentario: