«La verdadera grandeza no es tener poder, sino saber renunciar a él.» Gore Vidal

 

 

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

LA DERECHA LO LOGRÓ (II)

LA IZQUIERDA UNIDA JAMÁS SERÁ VENCIDA …

si cada uno tira pa’su lado, el pueblo será el derrotado

En el escenario recién planteado de gran fuerza y unidad de la derecha para enfrentar las reformas del Gobierno de la Presidenta Bachelet y conducir el proceso de elecciones del nuevo gobierno, los partidos de la izquierda y sectores más progresistas no se dieron por aludidos y continuaron haciendo su vida como si aquí no pasara nada.

Los dirigentes de esos partidos, continuaron con su trabajo cupular, autoritario, alejado de sus bases, construyendo grupos internos con sus amigos, ayudando sólo  a sus sectores o fracciones afines y ubicándolos en puestos claves para asegurar cuotas de poder y cargos en futuras elecciones.

Los partidos preocupados de “el poder por el poder” y cómo obtener ventajas personales a sus militantes, no le importará como se hacen las campañas y se obtienen las votaciones, no se cuestionará el recibir aportes económicos desde  la derecha, estará permitido el lobby para legislar a favor de los empresarios, el invertir sus propios recursos en el mercado de las grandes empresas, incluso llegar a casos extremos de relaciones con delincuentes y el narcotráfico.

En ese contexto la suerte del Gobierno de la Presidenta y las reformas votadas mayoritariamente por la ciudadanía, son relativizadas. Pasará a ser más importante, el cuestionar o poner trabas a su implementación, llegar a acuerdos de “cocina” con la derecha para frenarlas, tomar distancia de un gobierno que le va mal en las encuestas.

La unidad ya no es tema. Nadie piensa en ayudar a consolidar la Nueva Mayoría. Por el contrario se tratará de reforzar sus propios partidos, marcar las diferencias, cuestionar y criticar a los partidos aliados, añorar el pasado de la vieja Concertación.

No faltan los que escuchan los “cantos de sirenas” de la derecha, se restan y boicotean la acción del gobierno. Los sectores más de derecha al interior de la DC, entran a controlar todos los pronunciamientos públicos de ese partido. Los sectores más reaccionarios del PS y el PPD toman la tribuna que les proporciona la derecha en sus medios de comunicación, para cuestionar y torpedear el actuar del  gobierno.

Los sectores de la izquierda extra Nueva Mayoría, divididos en decenas de mini grupúsculos, adoptan el discurso del “duopolio”, donde para ellos no existirán mayores diferencias entre la derecha y la Nueva Mayoría, y por lo tanto el éxito o fracaso de las reformas del gobierno de la Presidenta Bachelet les da lo mismo.

LA NUEVA MAYORÍA SE OLVIDA DE SU PROYECTO

En ese contexto, los partidos de la Nueva Mayoría no demuestran mayor preocupación por el éxito del gobierno, ni menos por la proyección de un gobierno a futuro. La derecha de la DC insiste que este fue sólo un pacto electoral y que deben tomar “un camino propio”.  A nadie le preocupa discutir entre todos un programa de un futuro gobierno y a partir de allí establecer los tiempos y la alianza que se requiere para llevarlo adelante y determinar en esa alianza la mejor persona, candidato o candidata, que lo conduzca.

Se opta por el camino tradicional. No hay programa unitario y cada uno levanta su propio candidato. Teóricamente un candidato unitario se podría resolver en elecciones primarias. Pero tampoco se dan las condiciones. La dispersión es muy grande, cada uno tira para su lado. La derecha de la DC insiste en ir hasta el final y no hay primarias. Para incorporar a otros sectores de izquierda y sumarlos a la alianza, se habría necesitado tener al menos definido un programa futuro de gobierno, algo  donde ponerse a conversar. Pero eso no existe.

En esas condiciones se llega a las elecciones en primera vuelta. Alejandro Guillier lográ la segunda opción y pasa a la segunda vuelta. En teoría, si se sumaban los votos obtenidos por la DC, el Frente Amplio y los otros tres candidatos de izquierda se llegaba al 55,1 % de los votos, pero con lo ocurrido en este tiempo no estaban las condiciones para ello.

El trabajo de la derecha al interior de la DC, había logrado calar más hondo. El exacerbado anticomunismo y el permanente ataque y cuestionamiento a las reformas durante los años de gobierno de la Presidenta Bachelet habían levantado una barrera difícil de superar, en especial luego del fracaso de la unidad, la no realización de primarias y de una fuerte campaña del “camino propio”.  Frente a la estruendosa derrota de su candidata, algunos personeros se alejaron del partido, otros llamaron a votar por Piñera, a abstenerse o anular el voto.

Que el candidato Guillier planteara la continuidad de la Reforma Educacional de la Presidenta Bachelet, con el término de la municipalización, la disminución del CAE, el aumento de la gratuidad, el término del negocio de la educación, era inaceptable para personas como Mariana Aylwin.  Continuar avanzando con el matrimonio igualitario y el aborto en tres causales, no lo podían aceptar los Gutemberg  Martínez, Soledad Alvear o Manuel Matta. El continuar empujando las reformas laborales, la reforma tributaria, cuestionando las AFP, la Ley de pesca o los proyectos mineros que afectan al medio ambiente, no las podían aceptar personas como los Zaldivar, Walker o Burgos.

En el partido Socialista y el PPD, permanecen muchos neo liberales que añoran la Concertación o son viudos de Lagos, que habiendo votado por Goic en primera vuelta, ahora Guillier no los convence.

En el otro extremo, la campaña del Frente Amplio, se basó también en cuestionar la acción del gobierno de la Presidenta Bachelet, por no avanzar más en la profundización de las reformas y de transar con la derecha. Nunca plantearon la posibilidad de impulsar en conjunto un paquete de reformas, sino que en señalar que lo que había que hacer era romper el “duopolio”. Para los votantes del Frente Amplio, Piñera y Guillier eran lo mismo, no había mayor diferencia. Se sumaban así junto a la derecha en la descalificación al candidato de la Nueva Mayoría.

Lograr por lo tanto en la segunda vuelta, que esas personas votaran ahora por ese “enemigo” que era uno de los integrantes del “duopolio”, era un duro trabajo de convencimiento, que necesitaba hacer un trabajo muy a conciencia de sus líderes explicando puerta a puerta el nuevo escenario y educando sobre la necesidad de cambiarse. Trabajo que obviamente sus dirigentes no realizaron y sólo se limitaron a tímidas declaraciones con un llamado “no a Piñera”, mientras le planteaban a Guillier que asumiera o profundizara aspectos del programa del Frente Amplio (Por ejemplo “No + AFP”). Apostando a reafirmar sus propios postulados y mirando al Frente en la perspectiva de una mejor opción en futuras elecciones.

Marco Enríquez por su parte, trató de corregir su error del año 2009 y terminada la elección llamó de inmediato a votar por Guillier. Pero en su caso, también el discurso de campaña estuvo marcado por el             “fin al duopolio” y sus adherentes sabían que el candidato de la Nueva Mayoría era uno de ellos.

LOS NUMEROS NO ALCANZAN

 Así las cosas, con cada grupo tirando para su  lado, el esfuerzo del candidato Alejandro Guillier era cuesta arriba. Su votación en segunda vuelta, logró subir hasta el 44 %, llegando muy cerca de las cifras históricas de los sectores progresistas y de izquierda que representan en la práctica a la mitad de los chilenos. En esta oportunidad le faltó ese poco número de votantes, para empinarse sobre la otra mitad y lograr el triunfo, como lo hicieron en su oportunidad Frei y Lagos.

Por ello, no es una derrota estrepitosa y descalabro como lo quiere presentar la derecha. Estrepitosa fue la derrota de Mattei en las elecciones pasadas. La derecha quisiera que esta elección representara una derrota definitiva del pueblo y poder gobernar por muchos años.  Pero aquí en realidad, las cosas continúan con un país dividido, al borde del empate. Una realidad que muestra la incapacidad de los sectores progresistas y la izquierda de cambiar las cosas y de mantener una situación que se asemeja a la votación de los tiempos del SI y el NO del Plebiscito de Pinochet.

Sectores democráticos y de izquierda que no han podido enfrentar el problema de la gran abstención de amplios sectores populares y de jóvenes, terminando con la apatía a participar en la política y motivarse a votar en las elecciones. Si se toman las cifras respecto al padrón electoral de las personas habilitadas para votar, aparece que el gran ganador de las elecciones con el 51 % son “los que no votaron”.

Una derrota, que muestra la falta de conducción de la dirigencia de los partidos para terminar con los sectarismos, los  desencuentros, peleas internas y lograr ponerse de acuerdo en un programa unitario que responda a las necesidades e inquietudes de la ciudadanía.

Derrota de los partidos de la Nueva Mayoría y de toda la izquierda que se farrearon la posibilidad histórica de continuar avanzando en el programa de reformas iniciado por el gobierno de la Presidenta Bachelet y que dejan al pueblo y a los trabajadores al capricho de la derecha en los próximos cuatro años.

A FORJAR  LA UNIDAD DESDE EL PUEBLO

 El triunfo de la derecha plantea a todos los sectores de izquierda, progresistas y democráticos nuevos e importantes desafíos. Se debe recuperar a todos aquellos sectores populares engañados por la derecha y ponerlos en el frente de sus verdaderos intereses en la defensa de sus derechos sociales y democráticos. No se debe desperdiciar el sentimiento de continuidad y profundización de los cambios expresada mayoritariamente en la votación de los distintos partidos progresistas y de izquierda en la primera vuelta. Se debe dar ánimo, conducción y fortaleza a esos tres millones de chilenos que votaron por Guillier en la segunda vuelta.

Se necesita en forma urgente una renovación y reordenamiento de los partidos, donde los sectores más consecuentes asuman nuevas responsabilidades y sean alejados todos aquellos caudillos autoritarios y mañosos incapaces de dar cabida al sentir de sus bases partidarias y de conducir a sus partidos junto al sentir del pueblo y los trabajadores.

Como en todos los tiempos, no faltarán los desubicados y rastreros que tratarán de arrimarse al gobierno de  la derecha para conseguir algunas ventajas personales. Mejor que transparenten sus posiciones y derechamente crucen a la otra vereda. No se necesitan en esta nueva etapa, personas que estén poniendo palitos a la unidad o reivindicando posiciones de derecha. Es preferible que sigan el camino que ya tomaron en su tiempo los Ravinet, Flores o Schaulsohn.

En la reconstrucción de la organización social desde las bases y en elevar la conciencia de clase de los diversos grupos engañados por la derecha, deben jugar un rol importante los sectores renovados que asuman en los antiguos partidos de la Nueva Mayoría y los partidos y movimientos del Frente Amplio.

EL duro revés de tener a la derecha en el gobierno los próximos años, obliga hoy día a la creación de un gran y amplio frente de la oposición por la defensa de los logros obtenidos hasta la fecha y evitar que la derecha los desconozca, los quiera cambiar o eliminar.

La oposición unitaria de los representantes elegidos en el nuevo Congreso, de los Alcaldes, Concejales, Cores, de las organizaciones sociales del pueblo, de los estudiantes, profesionales, artistas, de los trabajadores y campesinos se debe levantar como una sólo voz en defensa de los avances democráticos en nuestra Patria.

La práctica unitaria en la acción y el trabajo cotidiano junto a las dificultades, problemas y aspiraciones del pueblo, deberá ir forjando las nuevas tareas, los pasos y las alianzas que proyecten el trabajo a futuro de todos los sectores de chilenos  que permitan la recuperación del gobierno en el año 2021.

Recuerda que puedes seguirnos en facebook:

Déjanos tu comentario:

Su dirección de correo electrónico no será publicado.

*

Sé el primero en comentar

sertikex-servicios-informáticos www.serviciosinformaticos.cl