«La concentración de riquezas, el poder del dinero, por sobre todo, el dinero fácil, en su accionar destruye la historia, la educación, cultura , los valores de una sociedad que desee permanecer limpia y sana.»

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Memorias de Teotihuacán

Ronald Mennickent Cid

Astrónomo, Doctor en Física. Ex Director Departamento Astronomía Universidad de Concepción. Director de Investigación y Creación Artística de esta misma casa de estudios.

Acá vemos a la reportera y fotógrafa C.M.B. en plena acción, recorriendo las ruinas de Teotihuacán a unos 50 km de Ciudad de México. Su cámara siempre lista en su mano derecha, sus ojos buscando el instante y la toma perfecta para inmortalizar el momento, escudriñando el horizonte, mirando a las gentes, turistas variopintos, vendedores ambulantes de chucherías imitadoras del arte azteca ancestral.

La última vez que se detuvo fue frente a la pirámide de la luna, de 43 m de altura, la cual escaló sin miramientos, paso a paso, esforzándose ante los elevados escalones y preguntándose cómo aquella raza pequeña podía subir y bajar sin mayores problemas tan empinadas subidas. El aliento quedó en la superficie pero la vista lo compensó todo. El Valle alojando la memoria de multitudes de americanos nativos, vestidos con plumajes coloridos, viviendo de ceremonias en ceremonias, de cosechas en cosechas, adorando al jaguar, enfrentándose a sus enemigos y ofreciendo corazones humanos al dios del viento en la cima de la pirámides.

Se preguntó cuán diferente seríamos de aquellos seres que nos precedieron y que nos legaron el caucho, la goma de mascar y el chocolate, y cuán profundamente su cultura y creencias nos podrían hacer distintos, cuáles serían sus más grandes emociones y anhelos. ¿Habrán amado y reído como lo hacemos ahora?

Lo que sí existía y quedó esculpido en sus rocas era el miedo, miedo a las fuerzas de la naturaleza que los podían exterminar, miedo a los enemigos que los podían atacar, por lo que se refugiaban en la tribu, en sus historias creadoras y formadoras, en sus dioses y sacrificios.

Quizás el latido del corazón moribundo podría aplacar al dios del viento, quizás comiéndose el corazón del enemigo guerrero adquirían la fuerza del jaguar y la libertad del vuelo del hermoso Quetzal. Todo esto se preguntaba nuestra reportera, cuyos pensamientos están escritos en su blog Kamilion (https://kamilionn.wordpress.com), donde registra su paso por el mundo mientras el Quetzal sigue volando por las selvas inexploradas y húmedas de México.

NB: Lo anterior no necesariamente representa el pensamiento de la reportera mencionada, mas su persona y fotografía ha sido utilizada como medio para crear esta pequeña historia.

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5 Comentarios en Memorias de Teotihuacán

  1. Felicitaciones Ronald por este trabajo, super.
    Hoy lo ví en el diario con otra de sus maravillas «Estréllate con la música»

  2. Que interesante artículo y super bien lo de la ilustración, le da brillo y elegancia a un tema muy importante abordado por el siempre genial Ronald.
    Saludos y felicitaciones

  3. Disculpe, pero el calificativo de maravilloso le queda justo a este relato, hermoso, educativo y super elegante.
    Bien!

  4. Me sumo y comparto los adjetivos de Cata, para calificar este gran aporte de un científico inteligentemente sensible.
    Gracias al autor.

  5. Un relato Maravilloso, una experiencia enternecedora, una magistral ilustración.
    Gracias una vez mas Ronald, por deleitarnos con sus crónicas.

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