«En último término, la democracia es una cultura de vida. Si sus valores de respeto y tolerancia no los inculcamos  desde la familia y la escuela, estaremos dejando que la barbarie y la violencia se impongan»

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Votacion elecciones, urna

NADIE GANA; CHILE PIERDE.

Domingo 23 de octubre 2016, 23:50pm, el veredicto es lapidario; nadie gana.

Las cifras oficiales indican una abstención general cercana al 66%%; la más alta en la historia de Chile y por cierto un dramático y triste aumento de casi 9 puntos porcentuales desde las últimas elecciones municipales del 2012.

Seguramente esta semana escucharemos a muchos declarándose vencedores en estas elecciones; ya sea por necesidad electoral o ceguera política, no faltarán los que sacarán cuentas alegres y celebrarán, en un intento mezquino por acarrear agua para su molino.

Escucharemos además a quienes con soberbia y obcecación culparán al sistema, al gobierno y los autogoles cometidos en estos 3 años, al chascarro de los cambios de domicilio en el registro electoral y al voto voluntario como los factores responsables por la alta abstención. Sin lugar a dudas, al gobierno, como encargado de dirigir los destinos del país, le corresponde una gran responsabilidad en este fracaso, pero esto no justifica apuntar apresuradamente el dedo sin detenerse un minuto a reflexionar para determinar las responsabilidades propias en este resultado.

La realidad es que con estos resultados, nadie gana; Chile pierde.

Pierden los alcaldes electos; porque con porcentajes de votación tan bajos resulta difícil declararse victorioso.  Cuando la gran mayoría de los habitantes de las comunas de Chile se restan del proceso eleccionario y no votan, resultará complejo para las nuevas autoridades municipales iniciar procesos de cambio efectivo y profundo a nivel local; la falta de interés en el quehacer de la ciudad a la que se pertenece será probablemente una dura carga para los nuevos alcaldes y un gran desafío que complicara el cumplimiento efectivo de las promesas de campaña. Con estos grandes niveles de indiferencia y con una legitimidad cuestionada debido a la escasa participación que en algunos casos llegó a cifras cercanas al 80% de abstención, los próximos cuatro años de gobierno municipal se avizoran llenos de grises nubarrones.

Pierde la Nueva Mayoría; que ve partir comunas emblemáticas que quedan ahora en manos de la oposición, infringiendo con ello un duro golpe a algunas figuras importantes de la elite oficialista y a sus candidatos presidenciales que comprometiendo parte de su capital político las apoyaron y ahora ven como estos resultados cuestionan su capacidad real de convocatoria. Pierde además la Nueva Mayoría al conceder una victoria por estrecho margen a Chile Vamos en los resultados generales de votación a alcalde; por primera vez en muchos años, la Nueva Mayoría se sitúa aproximadamente 1.4 puntos porcentuales por debajo de Chile Vamos (37.06% contra 38.45%).

Pierde Chile Vamos; Sin la intención de desconocer la incuestionable victoria de Chile Vamos en comunas de estratégica importancia electoral y en el aumento en el número de alcaldes que conquistó la coalición opositora (cercano al 18%), es necesario mencionar que este triunfo se verá ensombrecido por el hecho de que algunas de estas victorias ocurrieron en comunas con índices de abstención muy por sobre la media nacional (como por ejemplo, Santiago con 78% y Maipú con 73% de abstención) y por la victoria de la Nueva Mayoría por al menos 7 puntos porcentuales en la votación general de concejales, considerada históricamente como un indicador muy representativo de la voluntad popular en las elecciones municipales. Será necesario entonces un análisis más detenido para entender las dinámicas electorales que llevaron a la magra victoria de Chile Vamos en votación de alcaldes pero a su derrota en votación de concejales.

Pierde el Gobierno; que ve como su base de sustentación sigue evaporándose producto de la suma de errores no forzados, la existencia de caciquismos y egos incontenibles en la coalición de gobierno y la priorización de proyectos y agendas particulares por sobre los intereses del gobierno. Hoy más que nunca, los resultados de esta elección dejan en evidencia el distanciamiento existente entre importantes sectores de la ciudadanía y el proyecto de la Presidenta Bachelet, que habiendo conseguido significativos logros y avances hacia un Chile mejor, no ha sabido escuchar e interpretar adecuadamente el clamor ciudadano.

Pierde la democracia; con una abstención cercana al 66% es innegable que nuestro sistema democrático ha perdido fortaleza; las expectativas insatisfechas, los escándalos que han afectado a la elite política, social y empresarial, un gobierno lleno de buenas intenciones pero con deficiente planificación y escasa capacidad de implementación han contribuido a que este fenómeno de desafección que se observa hoy a nivel mundial, golpee duramente a nuestro Chile. El desinterés por participar, sumado a una visión absolutamente critica de la política y los políticos han comprometido la salud de nuestra democracia, dejándola en un estado comatoso de incierto pronóstico.

Pierde Chile; pierden nuestros jóvenes, los hombres y  mujeres trabajadores y nuestros niños; pierden los movimientos sociales que se movilizan para avanzar hacia un Chile más justo, solidario e igualitario;  pierden quienes luchan por la protección del medio ambiente, por un Chile más moderno y por una educación de calidad.

Cuando la participación electoral, uno de los pilares fundamentales de la democracia, se debilita, es la democracia completa la que cruje poniendo en juego no sólo los logros alcanzados sino que también los avances por conseguir.

Nadie Gana! Todos perdemos; Chile pierde.

Y cuál debiera ser la tarea para mañana? Luchar contra la desafección. Más allá de quién ganará en las próximas elecciones presidenciales, la gran prioridad de todos quienes se interesan por el bienestar de nuestro Chile debiera ser luchar contra la desafección. Lograr re-encantar a ese casi 66% que hoy se quedó en casa, renunciando a uno de los deberes cívicos más importantes, es la tarea de los próximos meses. Sin desconocer la responsabilidad prioritaria que al gobierno le cabe en esta materia, es urgente para todos los actores políticos hacer un esfuerzo de coherencia y generosidad dejando de lado los mezquinos intereses políticos para dar paso a la gran política, esa que se preocupa por el verdadero bienestar de nuestra democracia y nuestro país; esa es la prioridad a la que debiéramos abocarnos. Difícil pero no imposible tarea, que requiere hoy más que nunca del compromiso y participación de todos los chilenos y chilenas sin excepción.

 

Maroto, Canada.

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1 Comentario en NADIE GANA; CHILE PIERDE.

  1. Maroto,
    Lucido tu análisis…pero tb creo que seguir mirando el panorama como gobierno y oposición es un error!…Lo que ocurrió en Valparaiso es para leer con cuidado!…El panorama está atomizado y ya no es lineal entre izquierda y derecha!
    Te mando un abrazo!Te leo siempre y me lo disfruto!
    Sandra

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