«A propósito de los 50 años del golpe: Negar, esconder o tergiversar el horror provocado en ese nefasto acontecimiento, es una acción, una actitud tremendamente perversa que daña y mancha el futuro de la Nación. Perversidad: Cualidad de quien obra con mucha maldad y lo hace conscientemente o disfrutando de ello.»

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Votacion elecciones, urna

VOTAR NO ES UNA OPCIÓN

Votar no es una opción; votar es un deber.

En un artículo anterior comentábamos que de acuerdo a Bordieu y Chamboredon el concepto de ciudadanía consta de dos dimensiones: una dimensión pasiva, de identidad y pertenencia, que es independiente del sentimiento del sujeto ya que se adquiere por el hecho de nacer en un territorio y cumplir cierta edad; y una dimensión activa, de carácter dinámico, que implica un grado importante de compromiso y la responsabilidad e intención de ejercer efectivamente los derechos y deberes que el ser ciudadano otorga. La participación en democracia, y el acto de votar como expresión clave de la misma, es la parte medular de la ciudadanía; de tal modo que un sujeto se construye y reafirma permanentemente como ciudadano en la medida que desarrolla una práctica de participación activa y responsable.

Desde este punto de vista, nuestro Chile nos requiere no solo que exijamos nuestro legítimo derecho a manifestarnos y participar, sino que lo ejercitemos activa, seriamente y en forma periódica a través del voto en las elecciones, municipales, parlamentarias y presidenciales (y esperemos que pronto sea también en las elecciones de autoridades regionales).

Votar es un deber moral; los ciudadanos tenemos la responsabilidad moral de hacer que nuestra sociedad sea más justa y solidaria; y el voto es una de las maneras en las que podemos contribuir efectivamente a ello. A través de nuestro voto, y en la medida que este expresa el resultado de un proceso personal serio y responsable de información y reflexión, ejercemos efectivamente nuestra responsabilidad moral de coadyuvar en la construcción de una sociedad mejor, más moderna e igualitaria. Abstenerse de participar no nos libera de nuestra responsabilidad moral, sino que de alguna manera nos hace cómplices pasivos del resultado de una elección y de las consecuencias que esta tenga para nuestro país.

Votar es una deber ciudadano; votar es un deber cívico cuyo ejercicio efectivo es uno de los pilares sobre los que descansa nuestro sistema democrático. La existencia de nuestra democracia requiere de nuestra participación; sin ella, la democracia se transforma en una institución vacía, carente de esencia. Es lógico entonces que, así como se le exige al estado que genere las condiciones de libertad, igualdad y justicia necesarias para que el sistema democrático funcione efectivamente, el estado espere de nosotros el cumplimiento de las cargas necesarias y fundamentales para preservar, fortalecer y mejorar nuestra democracia, una de ellas, votar. Como señala Fernandez Sessarego, la idea de derechos subjetivos entendidos como señorío de la voluntad, es una manifestación de un individualismo ilimitado que va en franca retirada; esta noción está hoy siendo remplazada por una concepción que, reconociendo la existencia de los derechos subjetivos, los sitúa en un ámbito en el cual nacen y convergen también deberes a cargo de su titular. El ciudadano es entonces un centro de convergencia, que en permanente tensión, conjuga y combina derechos, facultades, poderes, deberes, prerrogativas y obligaciones a las cuales el sujeto se hace acreedor por el hecho de asumir el estatus de ciudadano.

Votar es un acto de reconocimiento a nuestro pasado; es un ejercicio de reflexión en el que reconocemos el sacrificio y la lucha dada por muchos de nuestros compatriotas para conquistar y fortalecer nuestra democracia. Es un saludo a los hombres y mujeres, trabajadores, universitarios y políticos, que debieron muchas veces poner su vida en riesgo para obtener el reconocimiento de su derecho a votar o para recuperar la democracia perdida. Es la oportunidad en que le decimos a los próceres de antaño, que su legado, sus ideales y su lucha por un Chile participativo, justo y solidario aún vive en nosotros.

Votar es la oportunidad de revisar nuestro presente; es la oportunidad que tenemos para hacer un alto en el camino y observar con espíritu crítico dónde estamos; qué tipo de ciudad y país es el que estamos creando; cuál es la sociedad que estamos construyendo; qué alternativas están frente a nosotros y cuál es la que se ajusta mejor a nuestras expectativas. Es la oportunidad para sancionar a aquellos que no han cumplido sus promesas y entregar nuestra confianza a través del voto a aquellos cuya plataforma contempla las medidas necesarias para avanzar hacia un Chile que responda efectivamente a las urgentes necesidades de los más postergados y discriminados.

Votar es una expresión de compromiso con nuestro futuro; es la manera de comprometernos con el Chile que queremos para nuestros hijos y nietos; es la oportunidad para pensar el Chile que queremos y cambiar o enmendar rumbos; es la oportunidad para reanudar nuestro compromiso con nuestros sueños e ideales; es nuestra manera de contribuir activamente a hacer de nuestro Chile un país más vivible y amable; un país para todos.

Votar es un acto de solidaridad; es un acto en el cual, teniendo presente nuestras necesidades, las ponemos de lado para elegir el bien común. Es un acto de solidaridad, en el que dejando de lado nuestros intereses personales, pensamos en el país, en los que siguen estando marginados, en los continúan sufriendo situaciones de desigualdad, en los que necesitan de nuestro compromiso y votamos con ellos en mente.

Votar es una manifestación de nuestra responsabilidad social; votar es una de las herramientas más potentes para indicarle a nuestros líderes políticos y al gobierno cuál es el Chile que queremos. A través del voto podemos influir en el tipo de sociedad en la que queremos vivir; podemos manifestar nuestra opción por el respeto a las minorías, la protección de los derechos de la mujer y los menores y la protección del medio ambiente; por profundizar los cambios que permitan crecer en justicia e igualdad; por avanzar en un sistema educativo que privilegiando la calidad genere condiciones solidarias de acceso; es nuestra oportunidad de decirle no a la corrupción y si a la transparencia en la manera de hacer política. El voto nos permite recordarnos y recordarle a nuestros líderes que nuestro Chile es de todos y nadie sobra.

Sí, definitivamente votar no es solo una opción; VOTAR ES UN DEBER.

 

Maroto. Canadá.

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