Pensamientos de Giordano Bruno
Filippo Bruno, quien luego adoptó el nombre de Giordano, fue un sacerdote dominico, nacido en Nola, Nápoles, el 9 de febrero de 1548. Astrónomo, filósofo, teólogo, matemático y poeta, cuestionó muchos dogmas de la Iglesia generando un rechazo generalizado a sus tesis por parte del catolicismo oficial. También superó el modelo heliocéntrico copernicano afirmando que el sol no era más que una estrella, que el universo contenía infinitos mundos habitados por animales y seres inteligentes. Perseguido por la Inquisición de Venecia y Roma, huyó a Francia y Suiza. Regresó a Italia, fue apresado y condenado a muerte por el Santo Oficio. Murió quemado en la hoguera, en Campo di Fiori, Roma, el 17 de febrero de 1600.
“Es natural que las ovejas que aceptan al lobo como cuidador, tengan como castigo el ser devoradas por éste”.
“El odio del contrario es el amor del semejante: el amor de esto es el odio de aquello. Así, en sustancia, es una misma cosa el odio y el amor”.
“Las cosas más grandes, más importantes, no existen sin las más pequeñas e insignificantes”.
“Ciego, quien no ve el sol; necio, quien no lo conoce; ingrato, quien no le da las gracias”.
“En cada hombre, en cada individuo, se contempla un mundo, un universo”.
“¿Por qué lo buscáis tan lejos, escondido, si en vosotros mismos halláis el paraíso?”.
“El estado de ardor venéreo nos atormenta; el de deseo satisfecho nos entristece, mas lo que nos contenta es el tránsito de un estado a otro”.
“Lentas, graves y sopesadas, deben ser las resoluciones; maduro, secreto y cauto, debe ser el consejo; pero la ejecución, debe ser alada, veloz y rápida”.
“La diadema, la mitra, la corona, no ensalzan la cabeza sin al mismo tiempo sobrecargarla. El manto real y el cetro no adornan el cuerpo sin molestarlo”.
“La Prudencia debe estar al lado de la Verdad, porque ésta no debe ejercerse, mover y actuar sin aquélla, porque una sin la compañía de la otra no puede progresar ni verse honrada”.
“No es verdadera ni buena aquella ley que no tiene por madre la sabiduría y por padre al intelecto racional”.
“No debe ser aceptada ninguna ley que no tenga por finalidad mejorar la convivencia humana”.
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