PENSAMIENTOS DE ÓSCAR ARNULFO ROMERO.
Oscar Arnulfo Romero y Galdámez. Sacerdote católico salvadoreño nació en Ciudad Barros el 15 de agosto de 1917. Estudió en el Seminario de San José de la Montaña y en Roma, dónde fue alumno de Giovanni Battista Montini, futuro papa Paulo VI. Éste, durante su pontificado, le designó Arzobispo de San Salvador. Incansable defensor de los derechos humanos y de claro compromiso con “la opción preferencial por los pobres”, sufrió en 1977 el asesinato de su colaborador el jesuita Rutilio Grande. El 24 de marzo de 1980, mientras celebraba misa vespertina en la capilla del Hospital de la Divina Providencia, Romero fue acribillado por el subsargento Marino Samayor Acosta, por orden de Roberto D’Aubuisson, creador de los Escuadrones de la Muerte. Ya ncluido en el santoral de la Iglesia Anglicana, el papa Francisco le canonizó junto a Paulo VI, el 14 de octubre de 2018.
“Mi voz desaparecerá, pero mi palabra, que es Cristo, quedará en los corazones que la hayan querido acoger”.
“Las suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cesen la represión!”.
“Es inconcebible que alguien se diga “cristiano” y no tome como Cristo una opción preferencial por los pobres”.
“No me considero juez ni enemigo. Soy simplemente el pastor, el hermano, el amigo de este pueblo”.
“Este es el pensamiento fundamental de mi preocupación: Nada me importa tanto como la vida humana”.
“Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”.
“Los pobres son la encarnación de Cristo. A través de los andrajos, de los ojos oscuros, de la hediondez de las llagas, de las risas de los trastornados, el alma caritativa descubre y adora a Cristo”.
“La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres. Así la Iglesia encuentra su salvación”.
“Son también ustedes responsables de la injusticia, todos los que no actúan en favor de la justicia con los medios de que disponen, y permanecen pasivos por temor a los sacrificios y a los riesgos personales que implica toda acción audaz y verdaderamente eficaz”.
“La absolutización de la riqueza y de la propiedad, llevan consigo la absolutización del poder político, social y económico, sin el cual no es posible mantener los privilegios aun a costa de la propia dignidad humana”.
“El que se compromete con los pobres, tiene que correr el mismo destino de los pobres. Y (en El Salvador) ya sabemos lo que significa el destino de los pobres: ser desaparecidos, ser torturados, ser capturado, aparecer cadáver”.
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