
Un año bisiesto.
Existe la creencia, a nivel popular, de que los años “pares”, cuando son bisiestos, vienen cargados de hechos importantes que influyen de manera significativa tanto en las vidas estrictamente personales como en el acontecer de las naciones y del mundo global. El “2024” sería uno de ellos.
A nivel planetario, no es arriesgado prever que los conflictos actuales (Rusia – Ucrania e Israel -Palestina) se mantendrán vigentes, siendo posible que incluso se incrementen ya que las dos potencias dominantes involucrados en ellos persiguen claros objetivos geopolíticos irrenunciables y las Naciones Unidas (veto en el Consejo de Seguridad, de por medio) carecen de poder para imponer medidas de paz inmediatas o, al menos, para lograr un “alto al fuego” transitorio. Tampoco pueden descartarse eventuales conflictos en ciernes (Corea del Norte – Corea del Sur, China – Taiwan) que pueden aumentar sus niveles de tensión si no se detienen a tiempo, con grave afectación a la paz mundial.
Otro aspecto importante a considerar, es el relativo a la vigencia de la democracia. En el 2004, nada menos que 3.200 millones de habitantes del globo, concurrirán a las urnas a renovar sus autoridades políticas. La cifra es impresionante pues representa un 46% de la población mundial y, a primera vista, pudiera alentar la esperanza de un avance hacia una etapa superior del proceso civilizatorio. Pero, las cosas son más complejas. La democracia liberal representativa está en riesgos que la amenazan, que comprometen la esencia misma de su naturaleza y que la hacen cada vez más frágil. La utopía del politólogo sudcoreano-alemán Byung-Chul Han, de imaginar “el fin de la historia” con el triunfo universal de la democracia y del capitalismo, se ha ido diluyendo y, pese a la proliferación de los eslóganes y de los letreros, los valores condicionantes de la convivencia humana se han ido difuminando. ¿Es posible afirmar, hoy, que los regímenes de la India, Rusia, los propios Estados Unidos (que tendrán elecciones este año) responden a un modelo satisfactorio? ¿Podemos darnos por satisfechos con una Unión Europea que observa impávida el avance de los neofacismos acicateados por el miedo a la irrupción de los inmigrantes? ¿Es el régimen de Bukele, en El Salvador, el tipo de respuesta que estamos esperando?
Es evidente que los regímenes democráticos son hoy especialmente vulnerables. No se trata solo de apuntar con el dedo a las “democracias populares”, sistemas totalitarios de partido único, con liderazgos vitalicios, con desconocimiento de derechos fundamentales, con carencia de poder judicial independiente, sino del surgimiento de dictaduras personalistas o familiares que cínicamente buscan confundir sus intereses particulares con los generales de su nación.
Más allá de lo dicho, y de la persistente amenaza de aventuras autoritarias populistas, es importante observar cómo regímenes formalmente democráticos han perdido su esencia vital para abrir camino a experiencias de extrema derecha con claros rasgos totalitarios. Si bien en Europa estas se han expresado exacerbando los sentimientos de la población anti – inmigración, en América Latina los poderes fácticos han hecho esfuerzos sistemáticos y denodados tendientes a buscar el fracaso a cualquier precio de todo proyecto que cuestione el orden establecido.
Así, en nuestro país es claro que la oposición de derecha no persigue la corrección de las políticas oficialistas ni tampoco la búsqueda de acuerdos indispensables para avanzar hacia mayores niveles de equidad, sino que se empecina en demoler toda propuesta alternativa. Los poderosos medios de comunicación mantienen secciones subsidiarias destinadas totalmente a falsear los hechos, a propagar injurias y calumnias, a sembrar la inseguridad colectiva, a exacerbar los sentimientos anti inmigrantes, sabiendo perfectamente que nombres y domicilios de los opinantes son absolutamente falsos.
La derecha política tradicional se encuentra cooptada por grupos radicalizados que día a día juegan al desprestigio de la democracia, al extremo que columnistas respetables como Carlos Peña, Eugenio Tironi, y otros, han sido enfáticos en señalar que si no son capaces de sacudirse de las actitudes republicanas, dejarán de ser alternativa de gobierno.
Chile Vamos, que pudo jugar el papel de bisagra en la búsqueda de consensos mínimos, optó por desempeñarse como vagón de cola del tren extremista comprometiendo la confianza ciudadana en su proyecto.
Salir de la crisis política, económica y cultural por la que atraviesa el país, necesita voluntad de dialogar y transigir. Lo contrario implica empantanarse sin destino con las consecuencias previsibles para las generaciones futuras.
Este artículo «Un Año Bisiesto», su autor, el abogado Héctor René Fuentealba Prado, nos demuestra una realidad tan grande, que desafortunadamente los políticos NO QUIEREN entender, no se trata de que no lo comprendan, porque siempre los años Bisiestos han sido la causa de enormes dificultades alrededor del mundo, y nuestro país no es una excepción. A un escritor, como lo es el autor de este artículo, no se le puede indicar : No digas todo lo que sabes, porque quien dice todo lo que sabe, muchas veces dice lo que no conviene a muchas personas que se encuentran en el poder gubernamental. Pero, lamentablemente es una gran realidad lo que nos demuestra.-
Estas lecciones que nos dá el autor de este artículo, el abogado René Fuentealba Prado, nos debiera instruir, porque realmente representa una gran realidad actual. Este 2024 sufrirá lo que ustedes nunca se imaginaron, por lo tanto debemos pensar cómo protegernos, no solamente a nivel político, sino como una sociedad, ya que lo negativo se nos viene encima en este Año Bisiesto.
EXCELENTE TRABAJO CARLOS.
UTILICE ESE SISTEMA EN MI JARDIN Y EN EL PEQUEÑO HUERTO.
GLADYS. ARGENTINA.