
Y a mí….¿Qué me importa?
René Fuentealba Prado.
Hace ya bastantes años, el gran filósofo griego Aristóteles dijo que el hombre (hoy se debe decir la persona) es un animal social. A la época de su nacimiento es un ser sensiblemente indefenso. Su desarrollo físico va a la par con su desarrollo psíquico y con su maduración paulatina como sujeto racional. En este proceso del ser humano, la convivencia con otros individuos de su especie es fundamental. Se vive con los demás. Pero ¿es bueno, útil, necesario, vivir para los demás?
El Chile contemporáneo ha tomado por costumbre declarar ciertas fechas o períodos como efemérides locales, regionales o nacionales. Casi todos los días
han pasado a ser “el día de” y a ellos se han ido sumando “la semana de” o “el mes de”. Los parlamentarios, en los escasos momentos libres que les dejan sus preocupaciones legislativas, imbuidos de su espíritu conmemorativo, han hecho su aporte declarando indispensables “feriados locales”.
En este intenso maremagnum festivo, destaca el mes de agosto declarado como “el Mes de la Solidaridad”. En verdad, suena bonito. Y, lo más importante, genera la oportunidad para una reflexión.
El Diccionario de la Real Academia explica el término “solidaridad” dándole dos sentidos. Uno, referido al aspecto jurídico en cuanto, habiendo varios deudores comprometidos a cumplir una determinada obligación, a cada uno de ellos se le puede exigir cumplir con el total de lo adeudado y no solo con una parte proporcional. En el otro sentido, implica “adherido o asociado a la causa, empresa u opinión de alguien”. Curiosamente, al frente aparece la palabra “solitario”, explicada como la actitud de alguien “retirado, que ama la soledad o vive en ella”.
La contraposición es clara. Por un lado, el estar con otro o asumir eventualmente las responsabilidades del otro y, al frente, el vivir sin el otro.
El Centro de Ética de la Universidad Alberto Hurtado (Ethos 23/2002) ha señalado que culturalmente la palabra solidaridad tiene un doble significado. Por un lado, hace referencia a la ayuda del rico hacia el pobre, del que tiene más al que tiene menos, implicando un acto de generosidad, de buena voluntad pero que, estrictamente hablando, no se considera como una obligación o un imperativo moral. Por otra parte, solidaridad es la expresión humana de la responsabilidad social del individuo y de la sociedad con el otro y entre todos. En este significado se la considera como una exigencia humana ya que toda persona forma parte de una sociedad y su realización pasa necesariamente por la realización de cada uno de los demás.
En el marco de lo expresado surge, necesariamente, la pregunta: ¿es Chile un país solidario?
Más que dar una respuesta, es necesario formularse algunas cuestiones que, frente a hechos puntuales y concretos, sean útiles para reflexionar.
- Si la Teletón se realizase sin televisión ni farándula ni exhibicionismo ¿entregaríamos en silencio una contribución similar a la aportada en ocasiones anteriores?
- ¿Qué nos parece que en un centro comercial se cree un exclusivo “distrito del lujo”?
- ¿Estamos dispuestos a que nuestros hijos convivan con niños de diferentes condiciones económico-sociales?
- ¿Qué nos parece que nuestras ciudades se articulen en base a barrios para pobres y barrios para ricos? ¿Qué nos parece que en la comuna de Maipú los vecinos y una mayoría del Concejo Municipal se opongan a la instalación de viviendas sociales de buen nivel en su territorio?
- En la empresa de nuestra propiedad o que gerenteamos ¿estamos dispuestos a pagar a salarios dignos y a evitar a nivel ejecutivo gastos que implican derroche y ostentación?
- ¿Qué nos parece que en el ámbito religioso haya templos para pobres y templos para ricos?
- ¿Cuál es nuestra actitud frente a los inmigrantes de origen negro, asiático o mestizo?
- ¿Cuál es nuestra actitud frente personas pertenecientes a pueblos originarios?
- ¿Nos preocupa la situación de las personas que se encuentran privadas de libertad?
- Si estamos a cargo de la selección de personal en una empresa ¿consideramos como factor a tener en cuenta su nombre y apellido, su apariencia física, el lugar donde reside el postulante, el colegio o universidad en que estudió?
- ¿Respetamos siempre los derechos de las personas afectadas por una disminución de sus capacidades?
El cuestionario puede alargarse ad infinitum.
Las respuestas quizás nos lleven a ratificar lo que un día escribió Nicanor Parra: “Pretendemos ser un país, y somos apenas un paisaje”.
Numerosos estudios han afirmado que el peor problema del país es que constituimos una sociedad fragmentada, en la que no nos reconocemos como iguales y en la que nos incomoda tener que convivir con personas diferentes.
La condición básica de la paz social radica en la integración. Hay quienes quieren buscarla a través de la represión, las agendas cortas y largas, el incremento de los tiempos de reclusión. ¿No sería más útil que lo hagamos a través del reconocimiento y la preocupación por las necesidades y carencias de los demás?
Un niño, hijo de inmigrantes, relata: “En mi país, yo saludaba a la gente y le decía: “Hola, ¿cómo estás?” y me respondían “Bien.. .gracias…¿ y tú?” En Chile…no me contestan”,
Hola amigos de La Ventana, qué necesarias preguntas para reflexionar las de este artículo.
Por lo mismo, quise compartirlo en mi Facebook y no pude. Hasta hace unas semanas atrás se podía.
Les consulto cómo es posible hacerlo ahora ?
Quedo atenta a su respuesta, Muchas gracias.