«Es el hombre quien envenena el Universo. Ensucia su propio nido. Solo los seres humanos profanan».

David H. Lawrence

 

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Calicles

Andrés Cruz Carrasco

Abogado. Doctor en Derecho (Universidad de Salamanca). Magister en Filosofía moral (Universidad de Concepción). Magister en Ciencias Políticas, Seguridad y defensa (ANEPE). Máster en Política Criminal (Universidad de Salamanca).

Calicles es un personaje de los diálogos platónicos cuya existencia no se ha podido comprobar. En “Gorgias” aparece despreciando a los filósofos, por negarse a asumir lo que resulta ser evidente. En un tono arribista y desvergonzado dice: “los que establecen las leyes son los débiles y la multitud. En efecto, mirando a sí mismos y a su propia utilidad, establecen las leyes, disponen las alabanzas y determinan las censuras. Tratando de atemorizar a los hombres más fuertes y a los capaces de poseer mucho, para que no tengan más que ellos, dicen que adquirir mucho es feo e injusto, y que eso es cometer injusticia: tratar de poseer más que los otros. En efecto, se sienten satisfechos, según creo, con poseer lo mismo siendo inferiores”. Esta es la moral del utilitarista radical o extremista. Todo lo bueno consiste en lo que satisface o confiere placer, lo que sirve para demostrar que se tiene poder y riquezas, aún cuando tenga que ocasionarse daños a otros. Que estos otros sufran es consecuencia de la naturaleza. Los filósofos que niegan esta realidad son ingenuos y los políticos que los siguen unos ridículos e incompetentes que están condenados a perder y continuar por siempre siendo meros testimonios de su oficio, porque no podrán nunca acceder a ningún cargo ni posicionar estratégicamente a los suyos para mantenerlos.

Muchos de los que aparentan ser exitosos no son más que aduladores, impostores, farsantes o tramposos que hacen de su vida un escenario construido a partir de un conjunto de falsedades para que otros vean un espejismo o que para acceder a la posición en la que se encuentran han dependido del trabajo de algún familiar o de exhibir con sorna un apellido conocido, o bien han tenido que incurrir en las más perversas conductas que les han permitido hacerse un espacio. Sin embargo, aún cuando puede parecer que la justicia hace infeliz a quien la practica y feliz a quien actúa injustamente, Sócrates propone “la búsqueda del mayor bien y no del mayor placer”. La felicidad no puede consistir sólo es satisfacer pasiones sin ningún escrúpulo. El medio si importa, porque asegura la convivencia con el prójimo y también la paz con uno mismo, dando lugar a que esta felicidad se proyecte y mantenga. Aquella que nos permite una conciencia tranquila para que no tengamos que distraernos permanentemente para sacarnos el miedo y la culpa por no querer asumir de lo que somos responsables. Aún cuando sea una quimera la existencia de un juicio final en que veremos a los tiranos castigados y a los justos redimidos. Nosotros debemos ser nuestro propio tribunal para no ser unos sujetos moralmente fracasados.

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