
CINE: UNA MUJER FANTÁSTICA
UNA MUJER FANTÁSTICA
2017, dir. Sebastián Lelio
por Iván Ochoa Quezada
Hay una breve escena, alrededor de la mitad de Una Mujer Fantástica, en que la protagonista, Marina (Daniela Vega), camina por las calles de Santiago y de súbito se enfrenta a una ventisca que amenaza con derribarla. A su alrededor vuelan papeles, hojas y restos de basura, derrotados por la fuerza de una naturaleza que pareciera sentiente y determinada, alevosa. Pero Marina resiste. Esa imagen, a pesar de no formar parte integral de la trama, es la metáfora elocuente que encapsula toda la historia. Es una mujer solitaria en un duelo contra los elementos. Y a pesar de toda su fuerza, de todos sus recursos y aparentes ventajas, es incapaz de doblegar la férrea voluntad de una mujer que simplemente quiere seguir con su camino.
La historia comienza con la celebración del cumpleaños de Marina. Su pareja, Orlando (Francisco Reyes), va a recogerla al club nocturno donde ella canta y le invita una cena. Regresan al departamento en el que viven juntos. Hacen el amor. Esa misma noche, Orlando sufre un derrame y, a pesar de los esfuerzos de un equipo médico, muere. Devastada, Marina queda a merced de la incertidumbre y la voluntad de una familia que desaprueba encarecidamente su relación. Porque ella no es una mujer ordinaria: dentro de todas sus cualidades y fortalezas, hay un detalle que a los ojos del mundo es un agravante, una causa de ostracismo: es una mujer transgénero.
En adelante, la familia de Orlando le hará la vida imposible, negándole el derecho de asistencia a los velorios y funerales, forzándola a abandonar el departamento, e incluso quitándole a Diabla, su mascota. Otras fuerzas, incluyendo las autoridades, buscarán ahogar a Marina en las aguas de una violencia simbólica y literal que amenaza con negar su condición de persona legítima. El viaje de Marina se inicia allí donde intenta avanzar a través del mar del luto manteniendo su dignidad y descubriendo fortalezas que desconocía, para florecer, definitivamente, como una mujer fantástica.
La última cinta de Sebastián Lelio esquiva habilidosamente las trampas comunes de la cinematografía nacional sin negarse instancias de reflexión y observación detallada. Es empática, cándida y mesurada, incluso humorística, con algunos momentos que evocan perfectamente a un drama almodovariano. La cámara de Lelio no le teme a las metáforas, las simbologías y el tiempo, sin ser autoindulgente ni someter al espectador a un castigo. De impecable factura, está consciente de ser una cinta que carga con el peso de la contingencia, sin ser majadera ni propagandística. A eso se le suman actuaciones brillantes de parte de un elenco estelar, en especial de Vega, que dota a Marina de una vulnerabilidad orgánica que, sin desaparecer, da paso a la determinación y convicción que provocan en el espectador la satisfacción de asistir al nacimiento de una estrella.
Una Mujer Fantástica se encuentra actualmente en salas.
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