CUENTOS CORTOS: «SFUMATO»
Serie de cuentos cortos, por Yerko Strika.
SFUMATO
Luego de un riguroso proceso de autoselección, me he elegido para conformar la tripulación – compuesta por mí mismo – que viajará por el cosmos en un cohete que despegará desde el patio de mi casa. El aparato en cuestión, es un trasto de lata propulsado por mi imaginación. Como responsable de la misión, he invitado unilateralmente a un poeta vivo y a un escritor muerto para charlar durante la travesía, que puede tardar tiempos oníricos a repetición. Tengo planeada una ruta al azar y otra igualmente alternativa, que con seguridad me llevarán precisamente hasta donde quiero ir.
En el vibrar del despegue, miro por la típica ventana redonda de los cohetes, como la tierra se reduce de tamaño hasta transformarse en una pelota azulada flotando en la nada. Con ese fondo y una vez fuera de la atmósfera, invito a la dotación a almorzar un bistec a lo pobre, para celebrar el éxito de la empresa. El huevo frito se pasea ingrávido por el habitáculo, semejando una galaxia en espiral.
Al rato de navegar, escucho ruidos en mi inconsciente y voy a mirar, encontrándome a boca de jarro con un polizón. Se trata de un cineasta fallecido hace algún tiempo, que sonriendo me proyecta su filmografía como pidiendo perdón. Se une al resto en formato origami y el poeta vivo anota en una servilleta: El arte del papel plegado.
Escritor muerto, poeta vivo, cineasta polizón y yo, amenizamos la eternidad convertidos en cosmonautas perennes. Como ya no hay lunes ni martes y tampoco otros días, el tiempo deja de existir de un rato para otro y en su ausencia, todo se expande infinitamente.
Así, sueltas las amarras, me alejo del principio de realidad y mi ego se diluye hasta desaparecer asimilado a la consciencia del universo. Por una última vez, nos miramos los cuatro viajeros, antes de fundirnos en una misma individualidad que nos recibe con rostro de estrella.
En este estado, tengo recuerdos difuminados de quien fui y vaga noción de quien soy. Previo al esfumar definitivo, acontece un último apego que dejo ir en renacimiento: una sonrisa diluida bajo el pincel del maestro, que me mira continente de la esencia del alma humana.
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