«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

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DOS MÁS DOS SON CUATRO

Economía

Esteban Lobos, analista económico.

El capitalismo moderno muestra un incesante afán de crecimiento. Las cifras lo avalan aunque con frecuencia éstas se desploman y hacen temer un colapso de proporciones. La economía global se mueve por dos caminos paralelos: el del capitalismo productor de bienes y servicios reales y el del capitalismo financiero que, según algunos, no sería más que una entelequia cuyos números serían solo la expresión de la especulación que victimiza a grandes sectores de la humanidad,

En general, la educación chilena, movida por su afán pragmático, no forma a los “alumnos” ( “a” “lumni”: sin luz) en áreas fundamentales del conocimiento. La filosofía, la formación cívica, el funcionamiento de la sociedad y de la economía, han sido excluidos de los programas para dar preferencia a algunas materias que se supone son más de uso cotidiano. El problema radica en que nuestros educandos no se forman ni en una ni en otra área simplemente porque no se les enseña a pensar.

Los históricos déficits críticos de un alto número de maestros no bastan, por si solos para explicar esta situación. La realidad concreta es que la utopía de la “sociedad docente” está profundamente ausente del mundo en que se vive. Los canales de la educación informal, nada aportan. El  mundo de los medios de comunicación social,  y en particular el de la televisión, muestra significativas carencias en materia de lenguaje y ¡para qué decir! en materia de capacidad de análisis. Todo  se traduce en la repitencia incesante de eslóganes y frases hechas que buscan entregar definiciones dogmáticas tendientes a enseñarnos que, simplemente, “las cosas son así”.

Puede tomarse un ejemplo muy simple. En cualquier sistema económico el precio más barato de un bien o servicio es, naturalmente, el precio “de contado” y, más precisamente, en dinero efectivo  o, como se acostumbraba decir “billete sobre billete”, Todo por una razón muy simple: el vendedor asume cero riesgo pues lo que está ofertando se cambia de inmediato por el dinero equivalente.

Entonces: ¿qué explica que en Chile el precio más bajo de un producto sea el que se paga mediante una tarjeta de crédito? Precisamente, ahí está la trampita. El sistema está hecho para inducir al comprador a endeudarse, ojalá en hartas cuotas, para que así el vendedor logre el máximo de utilidad posible a costa del ingenuo cuya significativa rebaja inicial es  anulada por los intereses, reajustes y comisiones de las “ene” cuotas futuras.

Si la educación, formal o informal, hincara el diente a esta realidad, el ciudadano común y corriente podría abrir los ojos y, así, entender la razón por la cual los grandes conglomerados comerciales obtienen ganancias sustantivamente mayores por el crédito que por su actividad propiamente tal. Las enormes fortunas se han ido construyendo, en gran medida, en base a este procedimiento tan elemental. Aquí, y también en la quebrada del ají”.

Las divagaciones anteriores son útiles para analizar una información que, en general, la prensa respetable ha ocultado. El último informe del Boston Consulting Group, nos indica que  18,5 millones de familias ostentan el 47% de la riqueza acumulada de ingresos en el mundo, con una fortuna equivalente a 78,8 billones de dólares.

En Chile, 119 familias  son propietarias de una riqueza equivalente s CINCUENTA Y DOS MIL MILLONES DE DÓLARES, es decir, el 0,0025% de la población es dueña del 15% del patrimonio financiero nacional.

Entre las mayores fortunas individuales se cuentan Iris Fontbona (10,400 millones de dólares), Horst Paulman (5.000), Sebastián Piñera (2.500), Álvaro Saieh (2.300), Bernardo Matte (2.300), Patricia Matte (2.300), Eliodoro Matte (2300), Julio Ponce Lerou (2.300), Roberto Angelini (1.200) y Luis Yarur (1.100).

De acuerdo al informe comentado, la riqueza acumulada en los llamados “centros off shore”, es decir en los 60 paraísos o guaridas fiscales que existen en el mundo, y que ofrecen discreción a quienes llevan para allá sus dineros (entre ellos varios chilenos, según el rastreo de los “Panamá Papers”) y baja o nula fiscalización facilitando el lavado de dinero o la evasión fiscal, asciende a 10 billones de dólares con un crecimiento constante superior al 3% anual.

Si se analizan los casos que se conocen, un elevado número de estas fortunas, a nivel local o global, se ha construido en torno a la especulación financiera.

Si se incursionara en el análisis de casos, sería del más alto interés determinar el origen de estas fortunas lo que serviría para ilustrar el funcionamiento de la economía. Desgraciadamente, los medios que disponen de los recursos para hacerlo y sustentan extensos suplementos económicos y financieros, simplemente no lo hacen y, lo que es peor, ni siquiera entregan la información necesaria para que el lector se cuestione esta realidad.

Ahora bien, cabe preguntarse; ¿Es sostenible en el tiempo una sociedad que muestra tan claros signos de inequidad y fragmentación?

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