«Si no somos capaces de entender que los problemas de la comunidad en que vivimos no son solo de responsabilidad de los demás sino también de cada uno de nosotros, difícilmente podremos salir adelante.»

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El «factor Brasil» y las emergentes tendencias políticas en América del Sur

Desde Brasil

En gran parte del mundo vivimos hoy un período que nos hace creer que estamos experimentando un retroceso significativo en relación a los muchos avances conquistados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en lo que se refiere a los derechos y respeto a la igualdad y la dignidad humanos. Vemos la reafirmación de nacionalismos exacerbados, fundamentados en ideologías de cuño supremacista, que refuerzan fronteras sociales, étnicas y religiosas, además de aquellas políticas y económicas, tanto internamente a las sociedades como entre los países. Como consecuencia de este proceso, observamos la profundización de desigualdades y la ampliación de barreras políticas, económicas e incluso físicas entre las naciones, por ejemplo, el «muro de Trump» en la frontera de los Estados Unidos de América con México. En este sentido, el presente artículo pretende contribuir a ampliar el debate sobre el escenario político actual en América del Sur y los posibles desdoblamientos de ese proceso de distanciamiento y polarización en la región.

Así, observamos la tendencia de muchos gobiernos en buscar soluciones fundamentadas en políticas nacionalistas ultraconservadoras, frente a aquella que, posiblemente, se configura como la mayor crisis humanitaria de nuestra existencia. La imposición; bajo las banderas de la búsqueda del desarrollo económico, de la seguridad pública y de los valores cristianos; de una agenda que amenaza derechos y avances sociales alcanzados por la clase obrera y por las diversas minorías que componen esas sociedades. En el caso del continente americano, el American First, de Donald Trump, es el ejemplo más claro de esta tendencia, que se extiende a otros países más al sur del continente.

En ese sentido, las últimas elecciones nacionales en América del Sur alteraron significativamente el escenario político que estuvo vigente en la región, al menos durante los últimos quince años. Modificando un marco que, en el ámbito interno, favorecía la ampliación de derechos y avances sociales de minorías – negros, indígenas, mujeres, homosexuales, etc.- y de las capas menos favorecidas de las sociedades. Y, en el contexto internacional, privilegiaba la alineación entre las naciones latinoamericanas y de éstas con potencias como Rusia y China, en detrimento del tradicional alineamiento con los Estados Unidos de América y otras potencias de Europa.

El impasse diplomático entre los países de la región ante la crisis en Venezuela y el Foro para el Progreso y Desarrollo de América del Sur (ProSur), «nuevo bloque» que se presentó en un encuentro celebrado en la última semana en Chile, en sustitución a la Unión de las Naciones Sudamericanas (UNASUR), ilustran bien el cuadro actual en el subcontinente, tanto en el campo político-económico como ideológico. Donde las tendencias de izquierda y centro-izquierda, que han sido hegemónicas en la región en los últimos años, miden fuerzas con una tendencia de derecha liberal y conservadora. Las antiguas fuerzas aún se hacen representar, sobre todo, por los gobiernos de Uruguay y Bolivia, que no firmaron el protocolo de creación del ProSur y cuyos presidentes no estuvieron presentes, pero enviaron representantes, al encuentro del bloque. Y por Venezuela, que no fue invitada a integrar el bloque en razón de la crisis política que vive el gobierno de Nicolás Maduro. Mientras la tendencia de derecha que emerge en la región está representada, principalmente, por los gobiernos de los países que en 2018 suspendieron sus participaciones en UNASUR y que hoy se constituyen como miembros del ProSur, son ellos: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay y Perú.

El mayor y más emblemático representante de esta nueva tendencia es el gobierno brasileño de Jair Mesias Bolsonaro, elegido a la presidencia de Brasil con una base que congrega a latifundistas, grandes empresarios, líderes evangélicos y militares. Bolsonaro es figura política marcada por sus declaraciones de apoyo y reverencia a la dictadura civil-militar en su país (1964-1985) y aquellos que en ella cometieron violaciones de derechos humanos en nombre del Estado, así como, por elogios a otros gobiernos y dictadores militares que condujeron regímenes sangrientos en países vecinos, como, por ejemplo, Augusto Pinochet y Alfredo Stroessner, durante las dictaduras en Chile (1973-1990) y en Paraguay (1954-1989), respectivamente.

En sus primeros meses como jefe del ejecutivo brasileño, Bolsonaro evidenció el rumbo que pretende dar a su gobierno, especialmente en lo que se refiere a las relaciones políticas y económicas que propuso establecer con otras naciones, en sus palabras, «sin sesgo ideológico.» Cuando recibió en Brasil al Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu –aún antes de su posesión en la presidencia– como primer jefe de Estado oficialmente invitado. Señalando con la posibilidad de trasladar la embajada brasileña en Israel a la ciudad de Jerusalén, reconociendo así aquella ciudad como capital israelí. Además, cuando eligió a Estados Unidos de América y Chile como las dos primeras naciones a visitar oficialmente, poniéndose absolutamente favorable a la posición estadounidense en la cuestión de la crisis venezolana, Bolsonaro colocó a Brasil en la vanguardia de un proceso que tiende a tensar las relaciones diplomáticas en el subcontinente y, posiblemente, dividir profundamente la región.

En un contexto interno a Brasil, el gobierno Bolsonaro propone una agenda política significativamente conservadora, buscando controlar y constreñir, de algún modo, determinados profesionales y sectores de la sociedad, como la educación y movimientos sociales ligados a las minorías, por ejemplo. Proponiendo, en el contexto de una tensada disputa de memorias sobre pasados traumáticos aún muy presentes en la memoria del país, una revisión de los abordajes historiográficos sobre períodos históricos brasileños, especialmente, sobre el golpe de Estado de 1964 y la dictadura que siguió durante más de dos décadas. Esta agenda se presenta, por ejemplo, en la revisión de libros didácticos destinados a la educación pública y de contenidos de procesos selectivos organizados por el gobierno. Y, en la real posibilidad de que haya celebraciones oficiales por el día 01 de abril, fecha alusiva al ya mencionado golpe de Estado, pero que el actual presidente considera como fecha de la Revolución de 1964. En el campo de la economía, Bolsonaro presenta una pauta económica liberal agresiva, conducida por su ministro de la economía Paulo Guedes, que apunta a una peligrosa flexibilización de derechos y garantías sociales por parte de las capas trabajadoras y consecuente profundización de las tensiones y desigualdades sociales en el país. En este sentido, cabe destacar que Guedes cursó doctorado en economía en la Universidad de Chicago con algunos de los hombres fuertes de la economía chilena durante el gobierno de Pinochet y, a invitación de algunos de esos hombres, actuó como académico e investigador en la Universidad de Chile durante la década de los años, 1980. Por lo tanto, entusiasta del proyecto económico implementado por los llamados Chicago Boys en Chile durante el gobierno del dictador Augusto Pinochet, del que José Piñera, hermano del actual presidente chileno Sebastián Piñera, fue ministro de Estado de Trabajo y Previsión Social.

Por último, creo que es de fundamental importancia para toda América del Sur acompañar los desdoblamientos del gobierno de Jair Mesias Bolsonaro en Brasil. Pues, por el peso de su economía y relevancia estratégica regional, Brasil puede ser el «peso en la balanza» que marcará la diferencia entre la integración amplia y efectiva o la profundización de las diferencias regionales y el aislamiento de países con democracias aún tan frágiles y que guardan relaciones de muy estrecha proximidad con pasados dictatoriales aún muy presentes.

Fuente de figura:https://www.latinpymes.com/conquiste-brasil-el-mercado-mas-grande-de-latinoamerica/

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10 Comentarios en El «factor Brasil» y las emergentes tendencias políticas en América del Sur

  1. Parabéns pela publicação Robert! Análise sóbria da situação da América do Sul atualmente.

  2. Anderson Almeida, grande amigo e historiador! Muito obrigado pela gentileza e pelos diálogos sempre produtivos e amigáveis no curso de nossas pesquisas.

  3. Parabéns ao autor pela lucidez e capacidade analítica. Já conheço as pesquisas do Wagner Porto sobre os marinheiros brasileiros – especialmente no Rio Grande do Sul – e agora tenho contato com esse belo texto sobre nossa conjuntura política.

  4. El Gigante latinoamericano está cayendo bajo, no hay dudas, lo grave es que el pueblo brasileño haya votado por un tipo que denostó , desprestigió y humillo a mujeres hombres y niños de las mas variadas características.
    Qué opina Usted Robert.

    • Gracias por su comentario.
      Creo que vivimos, no sólo en AL pero en grande parte del mundo, una ola que tiende a aislar personas y naciones. Tenemos que luchar contra eso.

  5. Una buena mirada integral de la situación en Brasil, la que lamentablemente pareciera encontrar adeptos en otros países de A. Latina y Europa.
    La toma de conciencia, la denuncia y la organización de los demócratas es el único antídoto para este mal que afecta a la humanidad.
    Gracias por su análisis.

    • Gracias por su comentario, Juan.
      Si, creo que este és parte del camino para contener essa ola que avanza por el mundo.

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