IZQUIERDA, CENTRO, DERECHA…. ( II )
IZQUIERDA, CENTRO, DERECHA…. ( II )
René Fuentealba Prado.
Si se hace un simplificado diagnóstico de la sociedad chilena, es posible destacar ciertos rasgos notorios pero que, para el común de los mortales, aparecen como “algo natural”, de tal forma que se tiende a pensar que si los ricos son ricos es porque se lo merecen y, si los pobres son pobres es porque son flojos o no hacen los esfuerzos necesarios para salir de su lamentable situación. ¿Será tan así, la cosa?
Partamos por algunas aseveraciones indiscutibles. Desde su Independencia, el país mantuvo una estructura económica agraria y minera suficiente para subsistir pero tras la cual se ocultaban altos niveles de pobreza bastante invisibles. Los propietarios usufructuaban de riquezas que les permitían pasar largas temporadas en Europa y que mantenían gracias a la explotación de campesinos y obreros. El monopolio mundial del salitre natural, hizo posible financiar Estado y servicios al tiempo que las clases dominantes se acostumbraban a no tributar. Los escasos pasos industrializadores sólo excepcionalmente corrieron por cuenta de los privados hasta que en la década de los 40 del siglo XX, fue el Estado el que, a través de CORFO, inició un proceso dinámico en este campo. Tras el golpe militar de 1973, los ideólogos gremialistas impusieron un modelo neoliberal basado en la afirmación absoluta de la propiedad privada, la prescindencia económica del Estado, la libre competencia y la libre iniciativa. Como consecuencia de ello, actividades tales como la educación, la salud, la previsión social (en todas las cuales había una preocupación pública) se transformaron predominantemente en negocios privados protegidos por la Constitución y las leyes. Tras la recuperación de la democracia, y bajo los sucesivos gobiernos de la Concertación, las políticas públicas estuvieron orientadas a atender los puntos más críticos del modelo, partiendo por los indispensables ajustes tributarios, la necesaria estabilidad, el estímulo al crecimiento, la recuperación de los salarios y la focalización del gasto público con priorización en la atención a los grupos de pobreza. Se dio paso, de esta forma, a un proceso bastante prolongado de desarrollo con equidad.
Los críticos, por supuesto, se agruparon en dos bandos. Por un lado, la Derecha político-empresarial oponiéndose sistemáticamente a todo lo que pudiese implicar elevación de costos salariales, promoción y consolidación de organizaciones sociales (en especial sindicatos) como contrapeso al fuerte poder del sector dominante de la economía y de la sociedad, rol activo del Estado en la economía, etc. En el otro extremo, grupos inorgánicos más el Partido Comunista, que pujaban por echar abajo el modelo desde sus bases mediante propuestas ilusorias que en el papel aparecían muy fáciles pero que prestaban nula atención a su viabilidad política ya que, aunque no se dijera expresamente, implicaban la posibilidad de romper el esquema jurídico institucional. El folklórico senador Jaime Quintana lo resumiría todo, algunos años más tarde, en su afiebrada convocatoria a “usar la retroexcavadora”.
(Continuará)
Una nueva moda o una realidad!?