«El afán de riquezas es una gravísima enfermedad, capaz de corromper no solo el ánimo humano, sino también la sociedad y la vida civil».  Anónimo.

 

 

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¿Más Mercado o más Estado? (II)

¿Más Mercado o más Estado?  (II)

Esteban Lobos, analista económico.

En la primera parte de este comentario (aparecida en la edición del pasado lunes 14 de noviembre) se hizo presente la necesidad de que quienes aspiran a asumir el cargo de Presidente de la República (o que por lo menos están disponibles o dispuestos a sacrificarse por la patria), vayan avanzando en definiciones concretas en áreas que son importantes para el desarrollo de la sociedad. Una de éstas es la relativa al “modelo económico”. Por supuesto, que no basta con los planteamientos generales ya que parece indispensable que al mismo tiempo se  construyan mecanismos que permitan a los ciudadanos exigir el cumplimiento de lo prometido.

Hasta la década de los 60, el país mantuvo un sistema de economía mixta, con un sector privado manufacturero  orientado al mercado interno y al que el Estado le controlaba los precios. Por su lado, los grandes emprendimientos fueron ejecutados a través de la Corporación de Fomento de la Producción. Tras el golpe militar de 1973 y el empoderamiento de los “Chicago boys”, se liberalizó la economía, se suprimieron las restricciones y controles, la producción se orientó hacia los mercados externos y se priorizó el aprovechamiernto de las ventajas comparativas,  abandonando el criterio cepaliano de la sustitución de importaciones.

Las nuevas ideas, tras generar enormes crisis sectoriales, hicieron posible, luego,  en las cifras, un crecimiento acelerado sustentado en el fomento del consumo interno y de las exportaciones. La “industria financiera”, directa e indirecta, aumentó su poder a niveles inimaginados,  marcando su presencia y control en la vivienda, la salud, la previsión, la educación y, por supuesto, el consumo y el consecuente endeudamiento. En suma, la capitalización de la docena de familias que hoy concentran el poder económico, se produjo básicamente a costa de los consumidores de bienes y servicios. Este modelo de “libre mercado”, en Chile  nunca incorporó, salvo para efectos comunicacionales e ideológicos, el término “social”.  Su acento estuvo en la promoción del individualismo y en políticas tendientes a evitar toda forma de socialización.  En breve: en un pequeño país que sirvió de laboratorio para el liberalismo más exacerbado, los abusos se hicieron pan de cada día, las colusiones entre los grandes actores llegaron a niveles escandalosos, se generó una vergonzosa concentración de la riqueza en unas pocas manos y los tan anunciados beneficios al común de los mortales por medio del “chorreo”, jamás llegaron a destinatario.

Por su lado, el Estado, aherrojado por disposiciones constitucionales y por falta de compromiso y apoyo  político, no ha jugado un rol importante  que pudiese significar incidir de forma efectiva en el proceso económico. Sus acciones destinadas a instaurar controles frente a los crecientes abusos y  colusiones, siempre fueron débiles, parciales y tardías.  En simple, el empresariado privado no ha respetado, por ejemplo, el medio ambiente,  sino cuando ha sido imposible eludir la ley. No ha respetado ni ética ni estéticamente el desarrollo de las ciudades ( los malls de Castro y Valparaíso,  constituyen la muestra palpable de su accionar), pues sabe que el sector público es un perro sin dientes. Y, peor aún, no ha respetado ni siquiera las normas básicas de una economía de  mercado pues permanentemente ha hecho cuanto ha sido necesario para concentrarlo en unas pocas manos, para evitar la libre competencia recurriendo a los acuerdos de precios, para impedir el surgimiento de nuevos competidores, para entregar a los consumidores información desajustada de la verdad.

El país tiene por delante una campaña presidencial que permitirá debatir estos temas. Hasta ahora, en los primeros finteos, los pre-precandidatos se mueven en el marco de afirmaciones generales, políticamente correctas, repitiendo justamente lo que la gente quiere escuchar pero evadiendo definiciones claras, precisas y concretas.

En los sucesivos gobiernos democráticos, de diversas tendencias, se han promovido normas legales para abordar los problemas cuando éstos ya han hecho crisis pero el sentimiento ciudadano percibe que tales regulaciones son dictadas simplemente para que todo siga igual. Uno de los casos que sirven para comprobar lo dicho es el de la colusión del “papel tissue”. La culpabilidad de uno de los grupos económicos más poderosos del país, es evidente. Las víctimas,  toda la población. El Servicio Nacional del Consumidor: un agente del Estado que con escasos recursos lleva largo tiempo tratando de alcanzar compensaciones concretas en favor de los consumidores. Mientras tanto, los autores del ilícito se pasean sonrientes por los más elevados círculos sociales.

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1 Comentario en ¿Más Mercado o más Estado? (II)

  1. Todo es tan relativo, depende de la óptica política-ideológica con la cual se mire, cada sector busca el como desprestigiar al otro, pero hay que recordar, y según mi propia experiencia de vida que en los sesenta fuimos un país pobrisimo, y hasta antes de la Agenda 21 nadie , nadie tenía claro el daño al medioambiente, y respecto a nuestro compatriotas, en general el respeto al medio ambiente es una tarea pendiente para todos.

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