
¿Novedades en el Banco Central?
Esteban Lobos (analista económico).
El Banco Central de Chile es probablemente el órgano del Estado más desconocido por el común de los mortales pese a que casi todos nos relacionamos diariamente con él aunque sea de manera inconsciente. La entidad ha hecho noticia en estos últimos meses, por dos razones: Una, porque cambiará en diciembre de mandamás; la otra, porque nos solucionará un problema de menor cuantía pero que, sin duda, nos molesta e incomoda.
Un poco de historia.
Bajo el primer gobierno de Arturo Alessandri Palma, mediante el Decreto Ley 486 de 1925, fue creado el Banco Central de Chile, el que, originalmente, estuvo sometido a la Superintendencia de Bancos. Sin embargo, fue la ley 18.840 la que consagró su autonomía, de tal forma que, al día de hoy, no está sometido al control ni de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras ni de la Contraloría General de la República. Esta calidad de ente autónomo, está reconocida por el artículo 108 de la Constitución Política.
El Banco es dirigido por un Consejo integrado por 5 miembros que son designados por el Presidente de la República con acuerdo del Senado, los que duran 10 años en sus cargos pero se van renovando en razón de uno cada dos años, lo que evita cambios sustanciales en las políticas de la entidad. Uno de estos consejeros, es designado por el Presidente (o la Presidenta) para presidirlo.
Funciones.
Una de las funciones más conocida por el público, es la de emitir billetes y monedas pues estos medios de pago pasan a cada rato por nuestras manos. Las monedas de “menor denominación” ($1 y $5) han sido recién condenadas a desaparecer. Por ley se ha dispuesto que no se elaborarán más. Así, ese problema existencial que significa el que no sepamos qué hacer con ellas, dejará de angustiarnos.
El “Central”, además, regula la masa o volumen de dinero existente en la economía y la estabilidad del sistema financiero y del mercado de capitales. Le corresponde, por su parte, actuar como representante del Fisco en los casos en que éste requiera contratar créditos. La Constitución, hoy, prohíbe que cualquier gasto público o préstamo pueda ser financiado con créditos directos o indirectos del Banco Central.
Al consagrarse la plena autonomía del Banco, se tuvo como objetivo evitar que el Fisco, apremiado por la necesidad de disponer de mayores recursos, recurriera al fácil expediente de imprimir más billetes, conducta que implicaba echar bencina a la hoguera de la inflación.
Una nueva cara.
A contar de diciembre de 2016, el economista Mario Marcel Cullell (59), asumirá la Presidencia del Central en reemplazo de Rodrigo Vergara. Hijo de la Educación Pública (Instituto Nacional y Universidad de Chile) se doctoró en Cambridge en el Reino Unido. Consejero de la entidad desde 2015, su nombre fue ratificado por la unanimidad del Senado y será el primer presidente del Banco, de orientación socialista. El apacible rostro de Vergara, será sustituido por la “cara de pocos amigos” de Marcel.
El nuevo presidente del Central, como Director de Presupuestos de Ricardo Lagos, fue el precursor de la “regla fiscal estructural”, criterio que permitió ajustar las finanzas fiscales a los niveles permanentes de ingreso evitando sobresaltos y desequilibrios.
Marcel estima que la economía del país está asentada sobre fundamentos sólidos y que el clima de pesimismo es exagerado ya que está comprobado que las personas tienen una apreciación de su situación muy superior a la que tienen del resto del país. La inflación se ha vuelto a situar dentro de los rangos aconsejables, lo que permitirá que el Central paulatinamente avance, a través de la suave rebaja de las tasas de interés, hacia políticas más expansivas que deriven a mayores tasas de crecimiento.
Marcel, si bien ha sido parte de las políticas monetarias seguidas hasta ahora por el Banco Central, probablemente tienda a poner el acento en medidas que, sin romper el delicado marco de una economía sana, permitan a los Gobiernos (a éste y al siguiente) diseñar e implementar programas que deriven en cambios efectivos en el bienestar individual y colectivo de las mayorías.
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