
EDITORIAL
¿Para dónde va la micro?
El país vive ( ¿qué duda cabe? ) una etapa de gran desconcierto en el campo político. Al deteriorado apoyo que logra la Presidenta de la República, con un gabinete ministerial bastante débil, ineficiente y poco cohesionado, se suma una expresión parlamentaria de la Nueva Mayoría que, debido a las múltiples aventuras “por cuenta propia”, ha ido perdiendo paradojalmente su condición mayoritaria.
Por otra parte, la oposición de Derecha, sumida en una crisis derivada en gran parte del involucramiento de parlamentarios y dirigentes en conductas non sanctas, no logra apoderarse ni siquiera de los espacios de opinión desencantados del oficialismo,
Poco a poco, los partidos más tradicionales ven como congresistas importantes abandonan sus filas, ya sea por simple oportunismo o por una indignada molestia contra los poderes controladores de las colectividades. Y, sorprendentemente, hasta neopartidos que pretendían ser una voz renovadora de la política nacional se ven azotados por la fragmentación que los condena a ser irrelevantes.
Lo más grave es que en todos estos ámbitos no se logra tener plena conciencia del momento que se vive y se sigue caminando como si nada ocurriera, haciendo caso omiso de las innumerables luces de alerta que se prenden y apagan por todos lados.
Tampoco los actores sociales más relevantes son capaces de ofrecer una respuesta.
a los problemas que se viven. El gran empresariado se mueve majaderamente solo en defensa de sus intereses y privilegios, sin una visión de comunidad y de país. Amplios sectores estudiantiles se movilizan tras una agenda inconexa e inmadura en la que se mezclan desde las grandes políticas en materia educacional hasta problemas tan domésticos como el estado de los baños de un liceo, pretendiendo gobernar al país como si no existiese nadie más que ellos, sin mostrar un ápice de compromiso con las necesidades y requerimientos de los demás. Los trabajadores permanecen fragmentados, sus organizaciones convocan a una mínima fracción de los asalariados y tampoco ofrecen una visión de país.
Por su parte, las personas manifiestan a gritos su descontento con “la política” y acusan a todos los políticos de ladrones y corruptos sin discernir responsabilidades individuales, como si “la política” y “los políticos” no fueran la herramienta clave y necesaria para conducir un país.
El clima se ve alimentado por los propios medios de comunicación social, por el uso anónimo e irresponsable de las redes sociales para dañar y destruir e incluso por baratos programas de farándula que, incentivados por el rating, no tienen capacidad para entender el daño que a largo plazo hacen a la comunidad toda.
La negativa visión que se ha ido construyendo, está haciendo surgir una serie de postulaciones pre-presidenciales de carácter populista que, por ahora, resultan propuestas simpáticas y curiosas pero que pueden llevar a un callejón sin salida.
Quienes creen que basta con la simpatía, la publicidad o la generosidad para ejercer responsabilidades públicas, están profundamente equivocados.
Ser responsables en el análisis de la situación política, tener capacidad para discernir maduramente cuáles son los problemas fundamentales que se deberán enfrentar en el corto y en el largo plazo y comprometerse en lo personal en la elaboración y concreción de propuestas que los aborden, es tarea de todos.
Este portal trabajará incansablemente para formar una conciencia colectiva al respecto, asumiendo una tarea indispensable de pedagogía social.
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