«La concentración de riquezas, el poder del dinero, por sobre todo, el dinero fácil, en su accionar destruye la historia, la educación, cultura , los valores de una sociedad que desee permanecer limpia y sana.»

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El periodismo chileno en el banquillo.

El periodismo tiene,  en lo más íntimo de su razón de ser, la tarea de “construir comunidad”, lo que implica poner a disposición de las personas todos los elementos que objetivamente les permitan configurarse un panorama de los hechos y formarse su propio y autónomo juicio de valor. De ahí la importancia de separar lo que es la “información” propiamente tal de lo que constituye la “opinión” subjetiva del periodista y del medio de comunicación social. Por tal razón, este portal – que se define como de “periodismo de opinión” – constituye una plataforma que hace posible que nuestros colaboradores, bajo su firma expresa o su seudónimo debidamente registrado, expresen libremente  lo que piensan  y asuman la consecuente responsabilidad por sus dichos.

En nuestro país, lamentablemente, la íntima  relación existente entre  dichos medios y los grupos de poder económico-financieros (que obviamente tienen sus intereses particulares y su evidente y notoria opción política) impide que se eleven los estándares objetivos que la sociedad exige.

El profesor de “deontología periodística” (ética o moral periodística, para ser más claros) Luka Brajnovic, de la Universidad de Navarra, definió en su tiempo lo que denominó “campos magnéticos de la información”, entendidos como áreas de riesgo en las cuales la actividad comunicacional puede deslizarse fácilmente hacia actitudes que implican violación de principios fundamentales o, peor aún, la comisión de delitos. Así, la inexactitud informativa, las suposiciones, la calumnia, la injuria, la difamación, constituyen zonas  más o menos peligrosas según las circunstancias.

En el momento actual, la preocupación ciudadana debiera poner especial atención a la “información tendenciosa”. Si bien es legítimo y positivo que en una sociedad democrática exista el periodismo “de tendencia”,  que busca apoyar al receptor en sus convicciones o empujarlo a la toma de decisiones en un determinado sentido claramente definido, no es legítimo ni positivo que medios y periodistas quieran mostrarse como independientes y objetivos y busquen, en los hechos, engañar y pasar “bajo cuerda” sus propias pretensiones ideológicas o políticas.

Esta forma de actuar pasa frecuentemente desapercibida para el receptor del mensaje comunicacional y, precisamente por esa razón, constituye un verdadero atentado al derecho de las personas a formarse opinión  y a  juzgar por sí mismas ya que subrepticiamente se les trata de condicionar  su pensamiento.

Este modo  clandestino de actuar se encuentra, en la prensa escrita especialmente,  en aspectos tales como la titulación de una determinada información, los extractos o recuadros destinados a llamar  la atención del lector, en la ubicación que se da a las noticias, en el deliberado silenciamiento de ciertos hechos,  o, peor aún, en la validación que se otorga gratuitamente a determinadas fuentes informativas que carecen de seriedad y consistencia y que responden claramente, aunque no lo digan, a precisas opciones partidistas. En época de elecciones, las encuestas constituyen una herramienta privilegiada para el trabajo sucio de este tipo de periodismo ya que surgen como hongos en el invierno los centros de estudios que persiguen resultados predeterminados que tendrán copiosa difusión sin que se cuestionen ni la seriedad de sus bases técnicas ni sus comprometidas y tortuosas  relaciones.

Por su lado, la televisión, el más masivo medio de comunicación, no lo hace nada de mal. Bajo la falsa apariencia de un proceder pluralista, no se busca conocer lo que piensa un determinado candidato sino que imponerle el juicio personal que tiene el propio entrevistador impidiendo el razonamiento y el desarrollo de ideas con la argumentación indispensable que las fundamente,  ya que sólo se busca  crear sensaciones, apariencias, imágenes,  etiquetas.

El periodismo de masas se encuentra socialmente en una situación privilegiada. Puede destruir  un nombre a su amaño ya que difícilmente el afectado podrá asumir una defensa constante o puede inflar una figura si lo estima necesario. Lo malo, o más bien dicho,   lo claramente condenable de esta forma de actuar, es que la actividad evade su deber de ejercer una verdadera pedagogía social, que eduque e incite a razonar,  y escoge  la senda de la banalidad, del juicio interesado e irresponsable, optando por minar la confianza en la democracia misma.

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2 Comentarios en El periodismo chileno en el banquillo.

  1. No sólo el Periodismo, son muchas las instituciones que están en el banquillo.

  2. Que compleja temática. Pero es deber hacer un alto y reflexionar en torno. Revisar y revisarse y LAVENTANACIUDADANA contribuye.

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